En el momento menos pensado. Cuando estamos apurados, cuando estamos por salir. O cuando ni lo imaginamos como problema.
La pileta del baño o de la cocina rebalsa.
De pronto, un lugar que siempre responde bien, cumple con aquello para lo que existe, muestra su rebeldía. Se tapó la pileta. El agua sube, no baja. Lo que siempre funcionó y siguió la ley de la gravedad ahora no responde. Se tapó.
¿Es posible que estas cosas pasen de improviso y compliquen el día?
¿Dónde se tapó? ¿Cuándo sucedió?
La respuesta es: se tapa en un lugar que no está a la vista. Lo que obstruye la bajada del agua, lo que impide su natural avance, es algo que se encuentra en algún lado pero no es visible. A veces tratamos de desobstruir con algún elemento cercano, pero no lo logramos. Lo que tapona se encuentra en un lugar más profundo, que no se puede ver.
La obstrucción está en el codo de la cañería. Allí donde hay una curva pronunciada de los caños se fueron juntando elementos, que con el paso del tiempo se unieron con otros desperdicios, y de un modo silencioso se acumularon hasta que llegó el día: el agua sube y no baja.
Así funcionan muchas veces las relaciones y emociones en la empresa familiar. En silencio y sin que nadie se vaya percatando se van juntando elementos negativos, “mugre”, que un día tapa todo.
Entonces…
…De pronto algo explota.
Alguien deja de soportar y estalla.
Algo que siempre se hizo igual y ahora se hace intolerable.
Una supuesta armonía de funcionamiento se hace añicos ante un pequeño detalle.
De pronto nadie entiende que pudo pasar, y las emociones se sueltan como lava que arrasa lo que encuentra.
En un instante corre peligro el proyecto de años.
Del mismo modo que sucede con el codo de la cañería, vemos la consecuencia final, pero su inicio data de mucho antes.
En algún lugar la familia empresaria escondió, sin intención, los problemas. Bajo la creencia compartida que si no los afrontamos todos vamos a estar mejor.
Pero no funcionó.
¿Cuáles son las señales de un futuro “taponamiento”?
Podemos prevenir. La manera es detectar indicios, señales, que invitan a darnos cuenta de un “atascamiento próximo de la cañería”. Podemos identificar que algo negativo puede suceder, en caso de no actuar ante las primeras señales:
Cambios bruscos de conducta.
Mensajes contradictorios.
Reacciones pasionales poco comprensibles.
Búsquedas de culpables.
Agresiones verbales.
Perdida de una mínima objetividad y racionalidad.
Desconocimiento de autoridad y liderazgo.
Abandono de los números del negocio.
Otras opciones: cada uno puede agregar a esta lista, según la propia experiencia.
¿Qué hacer?
Ante todo: la falta de actuación ante las señales tiene claras consecuencias: quiebre en las relaciones familiares, pérdida de rentabilidad del negocio.
Entonces, la propuesta es llevar adelante alguno de los siguientes pasos:
Liderar: en contextos de turbulencia emocional se requiere de un liderazgo proactivo, alguien que promueva el tratamiento de los temas.
Perder el miedo: el temor nos lleva a creer que la armonía se afianza en el silencio y es lo contrario. Esto significa:
Aprender a mantener conversaciones difíciles: cuando las pasiones inundan y el pasado se impone, se necesita lograr tener conversaciones que son arduas pero ineludibles. En la medida que se logra avanzar en esas conversaciones difíciles se sale fortalecido.
Pensar el legado y el proyecto futuro: es pensar más allá del momento, tomar distancia de las peleas actuales y mirar en perspectiva, de modo tal de cuidar lo construido y continuar el proyecto.
Definir reglas de convivencia: de qué se habla, cómo se habla, que está permitido y que no. Cuando el grupo familiar se ve inundado por las emociones que desbordan la pileta hay que pactar normas de funcionamiento para que no se produzcan heridas insalvables.
Volver a la racionalidad del negocio: los números del negocio, el tablero de control, la información básica, permiten salir de la pura subjetividad y retomar temas con otra racionalidad.
Buscar ayuda.
También es cierto que a veces el codo de la cañería no da para más y hay que reemplazarlo. Son los momentos de decisiones duras.
Pero si actuamos con anticipación, prevenimos, y abordamos estas cuestiones a tiempo, tendremos futuro como empresa familiar.
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