Como parte del viaje a México que hicimos, disfrutamos de un paseo por las conocidas ruinas de Tulum. Paseamos, caminamos mucho, visitamos distintas ruinas mayas, observamos bellos paisaje, lugares con vegetación abundante, y el reconocido mar con su color característico.

 

Un conjunto que transmite paz, respeto por la historia, recuerdos, vidas pasadas y presentes.

 

Y también escuchamos. Escuchamos las historias y anécdotas que con gentileza y mucho humor compartió el guía. Un hombre de casi 70 años que caminó junto a nosotros, transmitió la vida de los mayas, sus vicisitudes, epopeyas. Y sobre todo contagió su admiración y amor por las historias que compartía.

 

Una de dichas reseñas me llamó la atención: los motivos por los que se perdió la lengua escrita maya, reconstruida muchos siglos después. Frente a unas ruinas, el guía cuenta que el lenguaje escrito maya solo era conocido, por decisión de las autoridades, por la clase alta económica, política y eclesiástica. Producto de revueltas internas sociales, mueren quienes integraban esos grupos sociales, y junto con ellos, el lenguaje escrito maya del cual eran únicos conocedores. Por lo tanto se pierde algo de enorme valor, para ese momento, y como legado en la historia. Se pierde algo, que en el momento que sucede, no se tenía dimensión del valor y significado para la humanidad.

 

La idea que solo unos pocos conozcan el lenguaje, trajo una dura consecuencia: se perdió. Nadie lo podía transmitir, enseñar. Las nuevas generaciones no disfrutaron esa herencia cultural clave. El hecho que unos pocos supieran del lenguaje escrito se trasformó en una trampa para la supervivencia del legado cultural.

Adueñarse de un conocimiento y luego que el mismo muera con quienes lo poseen, privó a las nuevas generaciones de esa sabiduría de los mayas.

 

¿Te suena conocido este modo de accionar en la vida de los negocios y empresas familiares?

 

Suele suceder que ciertos conocimientos, experiencias, trayectorias, decisiones, quedan encapsuladas y encerradas en el mundo interno de la generación que la vivió y desarrolló.

No trabajan para que la siguiente generación aprenda, comparta, conozca ese lenguaje sobre hacer familia y empresa.

 

En pocas palabras, hay generaciones que no comprenden el concepto de legado. Lo que les dejan a los que siguen.

Como si creyeran que con ellos se termina todo.

Por supuesto que si uno pregunta contradicen estas palabras. Pero si indagamos en profundidad nos encontramos con este modo latente de actuar: como si con ellos finalizara la vida del negocio familiar.

 

Se actúa igual que esos mayas, que al ser únicos conocedores de ese saber, y que no se transmitía al resto, pereció con ellos. No hace falta revueltas o guerras para esto. El simple hecho de ser mortales debiera alertarnos para ejercer la transmisión de generación en generación.

 

¿Trabajamos para que el legado continúe?

¿Fomentamos de modo cotidiano encuentros donde ese saber sea compartido?

¿Encaramos la transición generacional, con decisión y profesionalidad?

¿Nos dejamos ayudar ante la adversidad?

¿Desarrollamos un protocolo de familia donde asentar nuestra visión, misión, valores, historia, reglas de convivencia y trabajo?

¿Damos lugar a los que siguen, admitiendo que la empresa nos va a sobrevivir?

¿Entablamos conversaciones de manera rutinaria entre las partes, sea que trabajen o no?

 

Cada una de estas preguntas, y muchas otras que podrían surgir, representan un capítulo en el camino de preservar el “lenguaje” de cada negocio de familia.

 

No pretendo abordar la exactitud del relato de nuestro guía. Alcanza como metáfora para pensar. Porque algo sí es cierto: el lenguaje escrito maya se recuperó muchos siglos después. Y generaciones no lo pudieron disfrutar. Ni lo pudieron hablar.

 

Cada empresa familiar, cada emprendimiento en familia, tiene su historia, valores, modos de hacer, emociones compartidas. Una historia que merece ser escrita y contada para que las nuevas generaciones la tengan como soporte. Y como perspectiva de futuro.

 

Para que el proyecto no quede trunco. Para que no se pierda, como con los mayas, eso que es tan rico, y después lleva años reconstruir.

 

¿Qué pasos vas a dar para que después no sea tarde?

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