Devaluación.
Palabra dura.
Palabra que asusta, que duele.
Palabra que alude a desequilibrios y pérdida de perspectivas.
Palabra que insinúa tiempos difíciles, inciertos.

“La devaluación es la disminución o pérdida del valor nominal de una moneda corriente frente a otras monedas extranjeras”.

“Proceso mediante el cual una moneda pierde su valor con respecto a otras monedas e incluso con respecto a distintos bienes”.
¿Por qué ocurre una devaluación? Entre otros motivos:
“La principal causa de una devaluación ocurre por el incremento en la demanda de la moneda extranjera, y este aumento de demanda se deberá entre otras cosas a: falta de confianza en la economía local o en su estabilidad”.

Devaluación.
¿Único significado posible?
¿Es el único tipo de devaluación en una empresa?
¿Puede aludir a otros sentidos?
¿Qué otros tipos de pérdida de valor hay en un negocio?

Devaluación de la autoridad: ocurre cuando pierde valor el liderazgo. La autoridad y el ejercicio del poder se ven disminuidos cuando la palabra no se cumple. Cuando hay un exceso de amenazas, un despliegue de actitudes que facilitan la desobediencia. Si quien lidera y tiene a su cargo marcar un camino y trabajar para que otros lo sigan, va y viene con sus mensajes, cambia de idea con facilidad, destrata a sus colaboradores, acusa sin sentido, se queja continuamente por lo que los otros no hacen o no cumplen del modo esperado, está minando su autoridad. Si el capitán del barco pierde legitimidad, el conjunto se queda sin brújula y navega a la deriva.

Devaluación de la palabra: la palabra es la vía de comunicación por excelencia entre las personas. Son fuente de confianza y fiabilidad. Esto quiere decir que somos previsibles en la medida en que cumplimos con lo que prometemos, o estamos cerca de lo que se espera. La palabra es la esencia, lo que intercambiamos en cada encuentro, en las reuniones que mantenemos. Es el conducto a través del cual se toman decisiones. Si en la empresa se devalúa las palabras y sus significados, producto de incumplimientos de compromisos, o por excesos verbales o discursos sin sentido, entonces perdemos credibilidad con todos los que nos rodean.

Devaluar personas: es típico entrar en descalificaciones, dejar de cuidar al talento y conocimiento interno, desvalorizar clientes y proveedores. En particular en épocas difíciles, críticas, donde se pone en juego la capacidad de atravesar dichos momentos con inteligencia y emocionalidad positiva. La pérdida de valor con las personas de quienes nos nutrimos, sienta las bases de un futuro incierto.

Devaluación del futuro: cuando perdemos el rumbo, cuando somos poco confiables, si dejamos de aportar confianza en lo que viene producto de ver el presente y las proyecciones posibles de modo pesimista, entonces hacemos perder valor al futuro compartido, y eso genera desinterés en seguir juntos como negocio. Lo perciben los empleados, clientes y proveedores.

Devaluación de la identidad: tenemos un pasado, trayectoria, valores compartidos. Una identidad. Si tratamos de complacer a todos, si pretendemos agregar productos y servicios que contradicen la historia común, devaluamos la identidad que tanto costó construir. Sostener una identidad no contradice la capacidad de crear e innovar. Implica no perder de vista quienes somos, de dónde venimos, lo que nos hizo fuertes y rentables en el tiempo.

Devaluación de la familia: la empresa familiar asienta su fortaleza en las relaciones establecidas, la historia, la capacidad de adaptarse a nuevos vínculos. De un inicio familiar, pasa a buscar el equilibrio en la vida de negocios. Tarea ardua, trabajosa, con frutos a obtener para el futuro compartido. Dejar de cuidar dichas relaciones, desvalorizarlas, devaluarlas, entrar en círculos viciosos negativos, amenaza el crecimiento, expone a permanecer en estado de agravio permanente.

La habilidad consiste en estar atentos, encontrar los frenos a estos manejos, que prolongados en el tiempo, llevan a devaluaciones que son imperceptibles al ojo humano, pero traen como consecuencia la pedida de valor de la empresa.

El acierto va a consistir en darse cuenta, instrumentar reglas y técnicas internas que prevengan. Más todavía en tiempo de otras devaluaciones, las más conocidas.

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