Vivimos tiempos turbulentos. Estresantes. Donde parece que el oleaje nos lleva por delante.
¿Cómo lo enfrentamos en nuestros negocios? ¿Qué medidas tomamos? ¿Cómo se afectan nuestra identidad, proyectos, perdurabilidad?
Pensemos: ¿cómo se encaran en otros ámbitos situaciones límites o de catástrofe?
Veamos.
Seguramente todos hemos visto programas que nos ilustran acerca de cómo afronta un pueblo, una ciudad, los pasos a seguir ante una gran tormenta, un huracán, o la anticipación de un tsunami.
Todos hemos visto gráficos en organizaciones sobre el camino a dar ante un incendio o eventual situación grave no prevista.
Pueblos enteros están construidos previniendo maremotos y terremotos, y promueven información para que los ciudadanos sepan cómo manejarse ante la aparición de esas circunstancias límites, que consensuan el modo de manejarse para no improvisar en el momento crítico.
En otras palabras, hay mecanismos, protocolos de acción.
Que facilitan conductas.
Que ayudan a salir adelante.
Que previenen luego de vivir acontecimientos que resultaron dolorosos.
Que permiten que la razón se imponga sobre la desesperación.
Porque aprendieron.
Me pregunto, a partir del trabajo cotidiano con negocios, empresas, emprendedores:
Frente a situaciones límites, donde se quiebra lo cotidiano y emergen circunstancias no controlables del contexto.
Cuando se impone lo imprevisto.
Cuando se rompen rutinas.
Donde la realidad puede nublar la vista de quienes conducen:
¿Hemos desarrollados protocolos?
¿Criterios compartidos para la acción?
¿Modelos consensuados acerca de qué se puede hacer y qué no, de modo de salvaguardar a las personas, clientes, proveedores?
¿La conducción ha pensado la manera de liderar para no generar situaciones negativas de difícil retorno posterior?
Cuando nos enfrentamos con momentos de mucha adversidad. Cuando lo abrupto se impone, cuando suceden eventos virulentos que provienen del contexto, los “filtros mentales” por medio de los cuales pensamos la realidad, pierden su calidad, y por lo tanto, tomamos decisiones poco inteligentes.
¿Qué es un filtro?
Pensemos cuando tamizamos arena. Tratamos que quede lo mejor. Filtramos. Por lo tanto, que los filtros mentales no funcionen significa que tomaremos decisiones de baja calidad producto de no pensar con claridad ante el stress del momento.
Momentos en que por la precarización de dichos filtros, las emociones se imponen como pasiones descontroladas.
Se nota mucho en las empresas familiares. Porque una de sus características es el delicado equilibrio entre afectos familiares y necesidades del negocio y su rentabilidad.
En circunstancias de alta tensión, nervios, se producen cortocircuitos peligrosos para las relaciones, hacia adentro y hacia afuera.
¿Cómo podemos prevenir?
Generar protocolos: en épocas relativamente estables decimos en la empresa, ¿para qué pensar protocolos preventivos? Ante todo, no piensan así en los ejemplos citados al comienzo. Pero aun así, el momento crítico también es una oportunidad, para que el equipo que trabaja, junto con otros de valor, pensar y decidir juntos que es lo más conveniente. De modo de evitar arrebatos personales con arrepentimiento posterior.
Otra clave es plantearse la siguiente pregunta: ¿tomaría la misma decisión en otro contexto? Al menos vamos a evitar hacer algo que daña sin necesidad.
Estar atentos, pedir ayuda, cuando la emocionalidad entra en un nivel donde se obnubila la razón.
Una recomendación importante es cuidar de no andar a los gritos y protestas con todos, genera pérdida de autoridad y credibilidad.
Dado que se trata de negocios, es importante monitorear los números básicos del mismo. En situaciones críticas tambalea la rentabilidad. Por lo tanto hay que disponer de información clara y medible. Si no la teníamos, entonces a construirla. Si no el barco va a la deriva en el oleaje.
Preservar los atributos de valor básicos que nos dan identidad como empresa, es decir, no tomar decisiones que atenten contra nuestra esencia.
Finalmente, el liderazgo positivo. Pensando en el día después. Buscando opciones nuevas para salir, pero siempre sembrando confianza. Promoviendo la solidez del equipo. Imaginemos a Cristóbal Colon y sus compañeritos, nerviosos porque no llegan a su tierra prometida. Cansados, desalentados. ¿Qué sería de todos ellos si quien los lidera cae en estado de pesimismo? No descubrían nada, perecerían en el ancho mar.
Lideremos para tener futuro, en tiempos donde lo abrupto se presenta. Aprendamos de la experiencia. Preservemos la empresa.
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